Este es un nombre que nombre que seguramente no suene a nadie, quizás a alguno de los de Guaza que pase por aquí y recuerde aquella excursión de hace unos cuantos años en la que tanto di la vara para ir allí en aquellas navidades tan frías.
Piedad Isla falleció el pasado 6 de Noviembre en Madrid, pero estaba en la capital de forma casual. Toda su vida era Palencia, el norte de Palencia, esos paisajes, gentes y momentos que dejó plasmados en sus más de 160.000 fotografías durante sus más de 60 años de profesión; desde que como ella misma contaba, le regalaron su primera cámara con 8 años, y decidió convertirlo en su profesión pocos años después. Cuando tuvo la oportunidad de dedicarse a lo que ella quería, algo tan difícil en esos años y más para una mujer.
Como decía antes, este nombre, salvo para los habitantes de
Cervera de Pisuerga, de donde era natural y para unos cuantos fotógrafos y periodistas con los que compartió profesión, no es de los que pasarán a la historia colectiva, pero sí es de esas personas que a todos nos marcan un poco, aunque la conozcamos de 8-10 veces. Y de eso la conocía yo, de mis visitas a su
museo etnográfico.
La primera vez que vi a Piedad isla fue en 1996 en una de esas excursiones de colegio, de las que uno al principio aborrecía, sin saber qué iba a ver. "Vamos a ver un museo etnográfico en Cervera de Pisuerga" así nos lo decían, y uno con esa edad lo que menos quiere es ir a ver un museo en el que te enseñen las cosas que tienes tu en tu casa, porque cuando nos dijeron que es un museo etnográfico eso es lo que me pareció; yo tenía todas esas cosas en casa, trillos, hoces, zuecos...etc. Sé que la mayoría de mis compañeros se aburrieron solemnemente en esa excursión y que posiblemente ni la recuerden, pero a mí, de alguna manera me marcó.
Yo tenía mis catorce añitos y por entonces vivía de continuo todavía en Guaza, y con esa edad casi sin salir de allí, lo que menos te gusta es tu pueblo, tu zona, esa zona árida e inhóspita que crees que a nadie le puede gustar, en la que no ves ningún aliciente para alardear de ella. Y eso me enseñó Piedad a su manera, contándonos la historia que había detrás de cada uno de los elementos que tienen allí para mostrar. La historia que había detrás de cada hoz, detrás de cada juguete de niño, detrás de cada panera, detrás de cada vestido negro de boda, detrás de cada juguete... detrás de cada cosa de las miles que tienen allí y que recopiló en todos los años que se dedicó a juntar los cada vez más olvidados y en desuso elementos que componían el día a día de toda nuestra zona. Quizás ahora lo idealizo, pero creo que no, sé que aquella excursión y las 7 u 8 veces siguientes que he ido, la última este mismo septiembre, me han enseñado a través de sus explicaciones llenas de orgullo en lo explicado, que nuestra zona tiene tanta historía como la que más y que nosotros podemos estar bien orgullosos de ella.
Pocas referencias he encontrado a su pérdida, y me gustaría citar tal cual una que ví hace unos días en un periódico:
Así, los documentos gráficos de Piedad (6 de septiembre de 1926-6 de noviembre de 2009) tienen el valor de la autenticidad, de la frescura, son fragmentos de vivencias, fijadas en la nostalgia del blanco y negro, pausas momentáneas de la existencia, instantes únicos de la vida rural en estado puro, salvados del anonimato definitivo gracias a la cámara de Piedad Isla. Su auténtica inspiración fue la condición humana, el culto a los ancianos, la adoración por los niños, y el respeto a la tierra.Piedad Isla ha sido el espejo de la memoria de un mundo rural ya desaparecido. La gozosa consecuencia es su obra, un trayecto casi místico, que hunde sus raíces en una tierra de la que muchos han partido en realidad, pero en la que todos han quedado en verdad en 165.000 negativos que retratan la epopeya humana en los dulces y agrestes valles de la montaña palentina.
Obituarios El País
Tuve la suerte de en mi última visita en septiembre, encontrármela como siempre, llena de inquitudes y trabajando en la digitalización de todas sus fotografías, pero tuve la inmensa fortuna que me regalase un DVD que estaba haciendo ella misma con una selección de sus mejores fotos por ella comentadas, en todo un alegato de la defensa de la montaña tal cual ante las ideas de destrucción urbanística y nuevos pantanos que hay sembradas en todo el entorno de Cervera. Tuve la suerte de que ya me conociese, que no se suelen ver tantas veces un museo de ese estilo.
En fin, tuve la suerte de conocerla. Sirvan estas pequeñas lineas como homenaje a una de tantas personas que pasan casi inadvertidas, pero que de alguna manera, nos marcan.