10 de agosto de 2011

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Arturo Castellanos, el hombre que salvó a 40.000 judios del Holocausto

La historia de Arturo Castellanos es parecida a la de tantos diplomáticos que salvaron vidas de judíos del Holocausto, similar a la que Steven Spielberg hizo archifamosa en su película "La lista de Schlinder". Ambos salvaron miles de vidas gracias los salvoconductos; Schlinder dando salvoconductos de trabajo, Arturo Castellanos con salvoconductos de ciudadanía salvadoreña. Schlinder salvó la vida a unos 1200 judíos. Castellanos logró salvar la vida de unos 40.000.

Coronel Arturo Castellanos

Arturo Castellanos nació en San Salvador en 1893 y murió en la misma ciudad en 1977. Hijo de un general del ejercito salvadoreño, siguió los pasos de su padre y llegó a ostentar el rango de Coronel. Realizó estudios militares en Italia, para posteriormente trasladarse a Ginebra, como cónsul de El Salvador. Allí conoció a la que sería su futura esposa, María Schürman, con quién tuvo 3 hijos. Desde el momento de su boda, adquirió la nacionalidad suiza.

A principios de 1944, Hungría claudicaba ante los ejércitos alemanes. Los miles de judíos que vivían en Hungría sabían el destino que les esperaba bajo el yugo alemán. Ya era muy conocido todo lo que estaba sucediendo a los judíos de los países que habían caído antes. Su destino eran los campos de exterminio como Auschwitz-Birkenau, de hecho, ese fue el destino para muchos de ellos*. Una luz de esperanza brilló para muchos cuando llegó a sus oídos que desde la embajada de El Salvador (país desconocido para una gran mayoría) se estaba intentando ayudar a su salvación. La idea había partido de George Mantello. George Mandel-Mantello, era comerciante judío de ascendencia húngara a quién Castellanos nombró primer secretario del consulado con el fin de protegerlo de la persecución nazi. Fue detenido por la Gestapo, y pudo haber sido enviado a un campo de concentración, pero el pasaporte que le confería nacionalidad salvadoreña en razón de su cargo lo evitó.


George Mandel
Castellanos y Mantello actuaron a espaldas del gobierno de San Salvador, por su cuenta. Una estrategia que aprovechó los vacíos de información reinantes en medio del caos. En la misma Suiza, la acción no pasó desapercibida tampoco, muchas veces fueron las que temieron acabar en la cárcel por un chivatazo de alguno de los simpatizantes de los nazis que había en suiza en aquellos momentos. Miles de salvoconductos fueron llevados a los judíos de Hungría en transportes clandestinos que burlaban la fronteras impuestas por el ejercito alemán. Durante meses trabajaron día y noche en la expedición de estos salvoconductos, en la recepción de los nombres que llegaban a su ofician de ciudadanos húngaros de confesión judía y en la elaboración y envío de las cartas de ciudadanía. 


Salvoconducto expedido por Castellanos & Mantello
Salvoconducto expedido por Castellanos & Mantello


Las fotografías no mentían. Rostros de tez clara, cabellos claros, sombreros negros y largas barbas. No eran salvadoreños, pero los soldados alemanes de 1944 no tenían idea de qué clase de país era El Salvador, ni de la apariencia de sus habitantes. Solamente reconocían sellos y firmas de instituciones diplomáticas y eso bastaba para no proceder al arresto que llevó a millones de personas a campos de concentración y cámaras de gas. 



Entre 1942 y 1944 se emitieron al menos 13 mil documentos que acreditaban la nacionalidad salvadoreña a matrimonios y familias judío-húngaras, checas, francesas, alemanas y polacas. Algunos de estos certificado habrían amparado hasta 11 personas por documento, con lo que la cifra de personas salvadas por el salvadoreño del exterminio masivo realizado por los nazis podría rondar las 40 mil. Y es así como los “salvadoreños” formaron la comunidad extranjera más numerosa de Hungría. El 4 de julio de 1944, el Gobierno de El Salvador solicitó formalmente al Gobierno Suizo, que los salvadoreños en Hungría quedasen bajo la protección del Consulado Suizo en Budapest.

Video homenaje a Arturo Castellanos

El 3 de mayo de 2010 Arturo Castellanos fue nombrado Justo entre las Naciones. Designa de manera oficial a un programa de reconocimiento y distinción creada para honrar a las víctimas y los héroes del Holocausto con el objeto de rendir el máximo honor a aquellas personas que, sin ser de confesión o ascendencia judía, prestaron ayuda de manera altruista y singular a las víctimas, por su condición de judíos, de la persecución emprendida por el régimen nacionalsocialista del Tercer Reich alemán y otros afines en Europa con anterioridad y durante la Segunda Guerra Mundial.
Yad Vashem. Museo de los Justos entre las naciones


Conocí la historia gracias al chivatazo de David Castellanos, a quien desde aquí doy las gracias y te animo a seguirlo en Twitter @dcastellanos

* Recomiendo la lectura de Sin destino de Imre Kertész. Ciudadano judío que vivió en Hungría. Cuando contaba con 14 años fue apresado y pasó por varios campos de concentración, entre ellos Auschwitz. Desgarrador y clarificador relato de la época a través de los ojos de un adolescente.


Fuente y referencias: Página oficial del Yad Vashem

8 de agosto de 2011

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Canto de odio a Inglaterra. El poema que avivó el odio de los alemanes

¿Cómo se puede azuzar y encrespar el ánimo de todo un país para justificar la intervención en una guerra? ¿Cómo hacer crecer el odio hacia otro país, hacia otro pueblo, para que millones de habitantes vean justificado levantarse en armas contra otro? ¿Puede sólo la propaganda del poder crear ese ambiente propicio? En la Alemania pre-guerra un poeta contribuyó de forma considerable a la exaltación del odio hacía Inglaterra y los ingleses con el  poema "Canto de odio a Inglaterra" que recitaron de memoria los casi 70 millones de alemanes de la época.

Octavillas con el poema repartidas en 1915

Ernst Lissauer fue un escritor, músico y artista judio-alemán nacido en Berlin en 1882, perteneciente a una familia prusiana acaudalada y fallecido en Viena el 10 de Diciembre de 1937. En su época tuvo un amplio reconocimiento de público y crítica, siendo considerado como el mayor exponente de la poesía germánica del momento. Además era un ferviente patriota alemán. En el momento de comenzar la I Guerra Mundial, quiso entrar en combate junto con el resto de sus paisanos alemanes, pero su inscripción fue desestimada por unos problemas de salud que arrastraba desde muy joven. Nadie conocía la lírica alemana mejor que él, nadie estaba más enamorado y cautivado que él por la lengua alemana: como muchos judíos cuyas familias se habían integrado tarde en la cultura alemana, creía con más fervor en Alemania que el alemán más creyente.

Lissauer (arriba a la derecha) junto a Sigmund Freud en 1909

Viendo que no podría contribuir a la victoria alemana desde el frente decidió colaborar en la exaltación del odio hacia Inglaterra, a quien Lissauer consideraba como principal culpable de la guerra. Para él era una verdad más que garantizada todo cuanto publicaban los periódicos alemanes y lo que decían los comunicados de guerra alemanes. Su país había sido atacado y el peor criminal era, según la escenificación difundida desde la Wilhelmstrasse, aquel pérfido Lord Grey, ministro de Asuntos Exteriores inglés. Este odio se plasmó en el poema escrito en Octubre de 1914 "Canto de odio a Inglaterra"

Haßgesang gegen England

¿Qué nos importan Los rusos y los franceses?
¡Disparo por disparo Y golpe por golpe!
No los amamos,
No los odiamos,
Defendemos el Vístula Y el Wasgaupass,-
Tenemos un solo Y único odio,
Amamos todos a una,
Odiamos todos a una,
Tenemos un solo Y único enemigo:
Pues todos lo sabéis,
Pues todos lo sabéis,
Se agazapa tras la marea gris,
Lleno de envidia, lleno de rabia,
Lleno de astucia, lleno de ingenio,
Separado por las aguas,
Más espesas que la sangre.
Queremos entrar en un tribunal,
Pronunciar un juramento, Cara a cara,
Un juramento mineral, Que ningún viento se lleve,
Un juramento para hijos y nietos,
Oíd la palabra, Repetid la palabra,
Resuena por toda Alemania:
No queremos cejar En nuestro odio,
Todos tenemos Un único odio,
Amamos todos a una,
Odiamos todos a una,
Todos tenemos Un único enemigo:

¡INGLATERRA!

En el camarote de a bordo, En el salón de gala,
Los oficiales del barco Se sentaron al banquete,
Como un golpe de sable, Como un impulso de las velas,
Alguien, saludando, Elevó su vaso,
Como un golpe de remo, Lanzó tan solo
Tres sonoras palabras: “¡Por el día!”
¿Por quién iba ese brindis?
Todos tienen Un único odio
¿A quién se refería?
Todos tienen Un único enemigo:

¡INGLATERRA!

Toma los pueblos De la Tierra en prenda,
Construye murallas Con lingotes de oro,
Cubre las aguas del océano, Con proa sobre proa,
Calculas con astucia, Pero no la suficiente.
¿Qué nos importan Los rusos y los franceses?
¡Disparo por disparo Y golpe por golpe!
Afrontamos la lucha Con bronce y acero,
Y quizá algún día Firmemos la paz,-
Te odiaremos Con odio duradero,
No cejaremos En nuestro odio,
Odio por tierra y por mar,  Odio de la cabeza
Y odio de la mano, Odio del martillo
Y odio de la corona, Odio sordo
De setenta millones,
Aman todos a una, Odian todos a una,
Todos tienen Un único enemigo:

¡INGLATERRA!


Este poema rápidamente fue tomado como instrumento para la movilización de las masas por parte de propaganda oficial. (Se hizo evidente lo fácil que resulta trabajar con el odio. Aquel judío rechoncho y obcecado, Lissauer, se anticipó al ejemplo de Hitler) Fue teatralizado y musicalizado para ser representado en todos los teatros antes de cualquier función. Era de obligado aprendizaje en las escuelas. Los periódicos fueron exhortados a publicarlo. Pronto, la gran mayoría de la población alemana podía recitar de memoria esta canción del odio. En cada formación militar, tanto oficiales como soldados entonaban el poema. Fue tanta la fama que adquirió este poema que el Kaiser Guillermo II concedió a Lissauer la Cruz del Águila Roja y lo nombró caballero del imperio.

Eco del poema en el New York Times 1915

Aparte de este poema. Lissauer también fue el creador de uno de los eslóganes más famosos y repetidos de la guerra Gott strafe England (Dios castigue a Inglaterra). Este eslogan fue ampliamente reproducido en todo tipo de equipamiento, tanto civil como militar. Era normal que fuese el grito de guerra entre los soldados en el momento de entrar en combate, así como un saludo entre civiles en los peores momentos de la contienda.


Sello postal con el eslogan

Gemelos usados por gran parte de los oficiales alemanes

Una vez concluida la guerra con la consabida derrota alemana todo cambió. Los alemanes implicados en la contienda rápidamente quisieron desembarazarse de su culpa. Lissauer fue uno de los principales señalados por todos aquellos que renegaban en ese momento de su enemistad hacia Inglaterra. Lissauer fue acusado repetidas veces de ser el gran promotor de todo odio hacía los ingleses. Para librarse de la parte de culpa que les correspondía, pusieron en la picota al «Lissauer del odio», acusándolo públicamente de ser el único culpable de la insensata histeria de odio que en 1914 habían compartido todos, del primero al último. En 1919 le volvieron la espalda todos aquellos que en 1914 lo habían elogiado. Los  periódicos no volvieron a publicar su poema; cuando Lissauer se presentaba ante sus colegas, se hacía un silencio de consternación. Después, abandonado por todos, Hitler lo desterró de la Alemania que él había amado con todas las fibras de su ser y murió olvidado, trágica víctima de un poema que lo había encumbrado tanto para luego hundirlo más todavía.  Falleció en el total olvido varios años después, casi en el inicio de la II Guerra Mundial en Viena.


Fuente: El mundo de ayer, memorias de un europeo. Stefan Zweig

*Muchísimas gracias a Javier Granda y a Begoña Belloch por su gran traducción del poema del alemán.