26 de marzo de 2010

13

Feynman y su visión de los sistemas educativos





Ya he hablado en varias ocasiones de Mr Richard P. Feynman. Este americano, ganador del premio Nobel de Física en 1985 por sus trabajos realizados en el campo de la electrodinámica cuántica, es sin duda mi favorito entre los grandes físicos y matemáticos del S.XX. Aparte de por sus aportaciones a la física, su particular visión de la vida en general y de todo lo relativo a la enseñanza en particular.
Esta semana pasada acabé el tercero de sus libros que leo, ¿Está usted de broma señor Feynman?, su colega Ralph Leighton, recoge, tras haberlas grabado, innumerables conversaciones que mantuvieron ambos. En la biografía y obra de Feynman se dan cita una curiosidad irrefrenable, el escepticismo empedernido, el sentido del humor, el gusto por la travesura, la más vasta cultura y el más penetrante ingenio.
Seguramente hable de más pasajes de este magnífico libro que desde aquí recomiendo a todo el mundo echar un vistazo, como sus devaneos con la pintura nudista, su afición por tocar los bongos o su habilidad para abrir cajas fuertes mientras estaba trabajando en el Proyecto Manhatan en Los Álamos
Feynman fue durante muchos años profesor titular en Cornell y en Caltech, dos de los institutos tecnológicos más prestigiosos del mundo, donde era conocido como el gran explicador por sus alumnos. Este apodo define perfectamente la necesidad de Feynman por la enseñanza. Durante varios años también fue profesor invitado en la Universidad de Río de Janeiro, la más prestigiosa de Brasil. De aquí, recogido en el libro que antes he citado podemos entender la visión que tenía él sobre como debe ser un sistema educativo a nivel universitario, y en las carreras denominadas normalmente de ciencias en particular.
Me permito destacar en negrita algunos de los puntos más interesantes:

Al finalizar el año académico, los estudiantes me pidie­ron que diera una charla sobre mis experiencias educati­vas en Brasil. En esa charla no habría solamente estudian­tes, sino también profesores y funcionarios del Ministe­rio de Educación, por lo cual les hice prometer que po­dría decir todo lo que quisiera. Me aseguraron: «¡Pues claro! ¡Este es un país libre!»
Así que entré llevando el texto de física elemental que usaban en el primer curso de la universidad. Este libro era tenido por especialmente bueno, porque tenía distin­tos tipos de letra negrita para destacar lo que por ser más importante había que aprender de memoria, letra menos cargada para las cosas de menor importancia, y así suce­sivamente.
Alguien me dijo enseguida: «No irá usted a decir nada malo del libro, ¿verdad? El autor está aquí, y todo el inundo piensa que es un libro muy bueno.»
Me prometieron que podría decir lo que quisiera, fue­ra lo que fuese.»
El salón de actos estaba totalmente lleno. Comencé definiendo la ciencia como la comprensión del comporta­miento de la naturaleza. Seguidamente pregunté: «¿Qué razones serias hay para enseñar ciencia? Evidentemente, ninguna nación puede considerarse civilizada a menos que... yak... yak... yak.» Allí estaban todos sentados y fe­lices, afirmando con la cabeza, porque yo sabía que así era como pensaban.
Entonces voy y digo: «Como es obvio, todo esto es absurdo, porque ¿qué necesidad tenemos de compararnos con ningún otro país? Si es preciso enseñar ciencias, ten­drá que serlo por alguna buena razón, por una razón sen­sata, y no solamente porque otros países lo hagan.» Ha­blé entonces de la utilidad de la ciencia, de su contribución al bienestar de la humanidad, de todo eso. Realmen­te los estuve pinchando un poquito.
Entonces añado: «¡El principal propósito de mi charla es poner de manifiesto que en Brasil no se está enseñan­do ciencia!»
Puedo verlos removerse, inquietos, pensando: «¿Pero qué dice? ¿Que no se enseña ciencia? ¡Eso es una solem­ne majadería! ¿Pues qué son todos los cursos que da­mos?»
A continuación les digo que una de las primeras cosas que me chocaron al llegar a Brasil fue ver a niños de es­cuela elemental comprando libros de física en las libre­rías. Hay en Brasil tantísimos niños pequeños estudian­do física, niños que comienzan mucho antes que los de los Estados Unidos, que es sorprendente no encontrar apenas físicos en Brasil; ¿a qué se debe eso? Hay muchí­simos niños estudiando física, y trabajando duro, pero no se ven los frutos.
Después les hice una parábola. Imaginen un helenista, un enamorado del griego, que sabe que en su país apenas si hay niños estudiando griego. Este hombre viaja a otro país, donde observa encantado que todo el mundo estu­dia griego, incluso los niños pequeños de la escuela ele­mental. Asiste al examen de un estudiante que aspira a graduarse en griego, y le pregunta: «¿Qué ideas tenía Só­crates acerca de la relación entre Verdad y Belleza?» El estudiante no sabe qué responder. Pero cuando le pre­gunta: «¿Qué le dijo Sócrates a Platón en el Tercer Sim­posio?», al estudiante se le ilumina el rostro y arranca, «Brrrrrrrr~up» y le suelta entero, palabra por palabra, en un griego maravilloso, todo lo que Sócrates dijo.
¡Pero de lo que Sócrates hablaba en el Tercer Simpo­sio era de la relación entre Verdad y Belleza!

Lo que este helenista descubre es que los estudiantes de este otro país aprenden griego a base de aprender a pronunciar las letras, después, las palabras, y después, fra­ses y párrafos. Son capaces de recitar, palabra por pala­bra, todo lo que Sócrates dijo, sin darse cuenta de que esas palabras en realidad significan algo. Para el estudian­te no son más que sonidos artificiales. Nadie las ha traducido en palabras que los estudiantes puedan compren­der.
Alcé entonces el libro de física elemental que estaban utilizando. «En ningún lugar de este libro se hace men­ción alguna de los resultados experimentales, excepto en un lugar en el cual se habla de una bola que desciende ro­dando por un plano inclinado, y en el cual se dice cuánto ha recorrido la bola al cabo de un segundo, de dos se­gundos, de tres segundos, y así sucesivamente. Los nú­meros tienen "errores" es decir, si uno los mira, piensa que está viendo resultados experimentales, dado que sus valores son algo mayores o algo menores que los teóri­cos. El libro habla incluso de la necesidad de tener que corregir los errores experimentales. Espléndido hasta aquí. Lo malo es que cuando se calcula el valor de la cons­tante de aceleración a partir de esos valores se obtiene el resultado correcto. Pero una bola que descienda rodando por un plano inclinado, si el experimento realmente se lle­va a cabo, presenta una inercia al giro, y si se hace el ex­perimento, producirá un valor que es cinco séptimos del correcto, a causa de la energía extra que es necesario apor­tar para hacer girar la bola. Así pues, incluso en este úni­co ejemplo donde se dan "resultados experimentales", és­tos han sido obtenidos de un falso experimento. ¡Nadie hizo rodar la bola mencionada, pues jamás hubiera po­dido obtener tales resultados!»
« He descubierto algo más —proseguí—. Si abrimos el libro al azar, y leemos las frases de esa página, podré ha­cerles ver lo que pasa, a saber, que no es ciencia, sino me­morismo, en todos los casos. Así pues, soy lo bastante osado como para hojear el libro, abrirlo al azar delante de ustedes, señalar un párrafo cualquiera, leerlo y hacer­les ver lo que digo.»
Así lo hice. Brrrrrrrp metí el dedo, abrí el libro y co­mencé a leer: «Triboluminiscencia. Triboluminiscencia es la luz que emiten los cristales al ser comprimidos o tritu­rados...»

Dije: «¿Tenemos ciencia aquí? ¡No! Lo único que te­nemos es la explicación del significado de una palabra por medio de otras palabras. Nada se ha dicho acerca de la naturaleza, ni cuáles son los cristales que producen luz al comprimirlos, ni por qué producen luz. ¿Han visto uste­des a algún estudiante ir a casa y comprobarlo? No pue­de.»
«En cambio, si se hubiera escrito: Si tomamos un te­rrón de azúcar y lo trituramos con unos alicates en la os­curidad, se puede ver un destello azulado. Algunos otros cristales manifiestan el mismo efecto. Nadie sabe por qué. Este fenómeno se denomina "triboluminiscencia". Segu­ramente alguien intente comprobarlo en cuanto vuelva a casa. Entonces aprenderá algo sobre la naturaleza por ex­periencia.»
Recurrí a tal ejemplo para hacerles comprender mi punto de vista, pero no hubiera importado nada por dón­de abriera el libro; era igual por todas partes.
Finalmente dije que no alcanzaba a ver cómo podía ser nadie educado en este sistema autopropagante, en el cual la gente aprueba exámenes y enseña a otros a aprobar exá­menes, pero en el que nadie sabe nada. «Sin embargo, —añadí—, tengo que estar equivocado. Había en mi cla­se dos estudiantes que lograron muy buenos resultados, y uno de los físicos que conozco se ha formado entera­mente en Brasil. Así pues, tiene que haber gente capaz de abrirse paso a través del sistema, a pesar de lo malo que es.»
Bueno, después de mi charla, el director del departa­mento de educación científica se levantó y dijo: «El Sr. Feynman nos ha dicho algunas cosas que nos han resul­tado muy duras de oír, pero estoy convencido de que ama la ciencia, y de que sus críticas son sinceras. Así pues, me parece que deberíamos escucharle. Cuando vine aquí sabía que nuestro sistema de educación científica padecía alguna enfermedad; acabamos de enterarnos de que tene­mos un cáncer.» Y se sentó.
Esas palabras dieron a otras personas libertad de ha­blar, y se produjo un gran revuelo. Todo el mundo pedía la palabra y hacía sugerencias. Los estudiantes formaron una comisión encargada de multicopiar por adelantado las lecciones, y organizaron otras comisiones para hacer esto y aquello.
Entonces ocurrió algo que para mí fue totalmente ines­perado. Uno de los estudiantes se levantó y dijo: «Yo soy uno de los dos estudiantes a quienes aludió el Sr. Feyn­man al final de su charla. Yo no me he educado en Bra­sil; yo me he educado en Alemania, y acabo de llegar a Brasil este año.»
El otro estudiante que había logrado buenos resulta­dos en mi clase tenía algo parecido que decir. Y el pro­fesor que yo había mencionado se levantó y dijo: «Me eduqué aquí en Brasil durante la guerra, cuando afortu­nadamente todos los profesores se habían ido de la uni­versidad, así que todo lo que aprendí fue estudiándome­lo yo solo. En consecuencia, en realidad no se puede de­cir que me haya formado en el sistema brasileño.»
No me esperaba eso. Sabía que el sistema era malo, pero el 100 por 100 de fallos... ¡Era un cosa terrible!
Dado que había ido a Brasil en virtud de un programa patrocinado por el Gobierno de los Estados Unidos, el Departamento de Estado me pidió que presentara un in­forme relativo a mis experiencias en Brasil, en el cual ex­puse la esencia del discurso que acababa de dar. Poste­riormente averigüé merced a una confidencia que la reac­ción de un determinado funcionario del Departamento de Estado fue: «Esto demuestra lo muy peligroso que es en­viar a Brasil a personas tan ingenuas. ¡Qué tío más bobo; lo único que puede hacer es daño! No entendió los pro­blemas.» ¡Muy al contrario! Mi opinión es que esta persona del Departamento de Estado era lo bastante inge­nua como para pensar que porque vio una universidad con una lista de cursos aquello lo era.
Al leer este pasaje del libro no podía dejar de pensar en que he vivido la misma situación aquí en España y en pleno S.XXI. 5 años de ingeniería en donde todo eran fórmulas, fórmulas y más fórmulas. Nos hacen aprender de memoria porque cae tal cual en los exámenes el Teorema integral de Cauchy, el Lema de Abel, la integral de Rienmann, las Series de Taylor y de Maclaurin... todo con sus demostraciones de varios folios. Ni una sola vez que yo recuerde, nos dijeron para que servían , donde se aplicaban, un caso práctico de uso...etc.
Hicimos prácticas de laboratorio con diodos, transistores, tiristores, del tamaño de una uña, cuando desde hace muchos muchos años, se integran millones en un milímetro cuadrado. Y todas las prácticas consistían en medir valores y más valores sin saber donde o como se integraría en un proceso real de utilización.
Muchas horas estudiando las series de Fourier, la transformada de Laplace base de la teoría de la comunicación y nunca llegamos a ver una antena física, o un emisior de radiofrecuencia que no fuese antediluviano.
En resumen, leo lo escrito por Feynman hace medio siglo, y al menos por mi experiencia, me parece que seguimos en la Brasil de los 60, teoría, teoría y más teoría; fórmulas, fórmulas y más fórmulas en libros muy bonitos, pero faltos de practicidad y contacto con el mundo que nos hemos encontrado al salir de la universidad. me gustaría decir que hubo al menos una cosa que en mis cuatros años de trabajo haya usado directamente de mis años de estudio, pero desgraciadamente no ha sido así.
Esta es sólo mi experiencia, pero creo que no dista mucho de las que hayan podido tener los estudiantes de cualquier otra rama en las Universidades españolas.

13 comentarios:

  1. Maravilloso artículo :)

    Sólo quiero confirmar que tu experiencia no es única y que en otras ramas ocurre lo mismo. Pero no pasa nada, aquí se achacan los problemas de los suspensos y de la falta de interés a los alumnos, que son vagos y no quieren hacer nada, y todo solucionado :P

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  2. Concuerdo al 100%, soy licenciado en Química, una de las ciencias experimentales casi por definición. Y lo que se estudiaba en la facultad era teoría, teoría y más teoría. Por supuesto que había prácticas de laboratorio pero, excepto DOS asignaturas (de más de veinte), eran seguir recetas al pie de la letra y los profesores presentes eran la viva imagen del desinteres, la desidia y el hastío. Ya termine hace años y espero que con la caída brutal de alumnos que están sufriendo las facultades de ciencia, por lo menos se les preste más atención y puedan disponer de una educación de mayor calidad: la química no se hace en el aula, se hace en el laboratorio.

    ResponderEliminar
  3. En eso mismo he pensado varias veces también. Si con la reducción de alumnos se arreglará algo este grave problema. Aunque no estoy totalmente enterado de los cambios que introducirá Bolonia en este aspecto, creo que por lo que he oido, lo va a a empeorar, con todavía mas trabajo en casa y no en laboratorio.
    Y claro que tiene razón Ana, esa es siempre la primera razón de os que mandan, si es que los alumnos.......
    Salu3

    ResponderEliminar
  4. He aprendido mas en una universidad privada (UEM), la cual tiene fama de que "lo regalan" en 3 meses que en 2 años en la universidad pública. Aqui teoria la justísima, los profesores son profesionales destacados en su sector, que dan la materia que consideran interesante e importante para aplicar en el mundo laboral.

    Tras 4 años en la universidad, he conseguido las 2 plazas de prácticas que he solicitado, en una eramos 250 candidatos, y en la otra 3500 de toda europa, y nos han cogido a mi y a un chico aleman.
    Ahora que me expliquen a mi el "nivel" y el "prestigio" de la universidad publica española, esa que se mofa de la enseñanza privada....
    Lo digo con ojos críticos, que esta universidad se pasa en algunos aspectos, pero desde luego no falla estrepitosamente como la otra.

    ResponderEliminar
  5. Comparar de ese modo universidad pública y privada me parece aberrante, con todos mis respetos. La dificultad que conlleva estudiar en determinadas universidades públicas como la politécnica o la Carlos III de Madrid, dista mucho de las facilidades que proveen en general en la universidad Privada, facilidad que a veces implica enseñanza 'práctica' que desgraciadamente no tienen las universidades públicas, cierto es. O reducido número de alumnos y por tanto, una mayor atención individualizada. Pero en ningún caso se puede generalizar de ese modo los conceptos de universidad privada y universidad pública. Creo que ambas tienen que mejorar muchísimo, y centrarse más en el lado práctico que pueda tener cualquier ciencia. Soy ingeniera informática, y considero que en la universidad (pública)lo mejor que aprendí fue a pensar, a resolver cualquier cosa que me pusieran por delante... prácticas, muhísimas, demasiadas... aunque 'hard learning' por supuesto, y sobraban teoría y teoremas que se estudian para aprobar y que nunca se aprende para que sirven.

    ResponderEliminar
  6. Me resulta difícil de entender comparar la calidad de universidad privada y pública alguien que no haya cursado la misma carrera en las dos opciones. Tengo tantas opiniones a favor como en contra de una y otra. Lo que está claro es que se debería hacer una buen revisión del enfoque de la Universidad pública hacia el mundo laboral.

    Salu2 y birras frescas

    ResponderEliminar
  7. Yo he fracasado de una forma espléndida en la universidad, más por razones personales que por culpa del sistema.....ya que afin de cuentas de lo que se trata es de memorizar y regurgitar en el examen aceptablemente.....y se me da fatal lo de memorizar masivamente textos,en mi caso, de derecho.

    - Pero sí puedo hablar de mi experiencia, aquello era esperpéntico... una clase de derecho "natural" impartida por un sujeto de esos que hay que darles de comer aparte...muy aparte.
    - Me pasmó que nos trataran como si fueramos niños....pasando lista y esas cosas.(yo venía der hacer la mili)

    - La tipa que deba historia del derecho con su voz de pito nadie se la tomaba en serio,sobre todo porque ella misma pasaba olímpicamente de los alumnos..... soltaba su rollo... y desaparecía como un ectoplasma.

    Un montón te años después decidí retomar en serio unos estudios de contabilidad que dejara al irme a la mili (sí la mili hacíamos la mili allá en el pleistoceno)....me meto en Relaciones Laborales.....y aquí sí que termino de echar la pota.....:

    - Historia del trabajo (o algo así)....y una tía me empieza a hablar del trabajo de los esclavos y eso...y tal... y yo pasmao pensando que lo que quiero es aprender a cerrar balances hacer auditorías....etc etc........claro queda muy mono eso de cultura general y tal y tal..... pero de eso ya me encargo yo....que aquí vengo pa-aprender a ganarme el pan.....pero sigamos:

    - Clase de MATEMATICAS pero así con MAYUSCULAS:
    El tío nos empieza a largar que hay que ponerse las pilas y rapidito...se refiere a un nivel de 1º de MATEMATICAS.....y ala a meter caña a toda pastilla......estará muy bien para los de Empresariales , Economicas etc...pero yo para que cojones necesito ese nivel (entiéndase que ése es el de partida)....un repasito rápido.....y empezamos 1º de Matematicas.

    - No me lo podía creer....allí sentado el primer día repasando ecuaciones....eso después de la señora de los esclavos.

    Lo dicho siempre he pensado que de lo que se trata es de sobrevivir al sistema........y no ha sido mi caso.

    ResponderEliminar
  8. Alaric Albardà11 noviembre, 2010

    Hablemos de los bongos. De su ritmo, especialmente. Los hechos suceden a un ritmo y el estudiante sigue los hechos experimentales. Aquí, la bioquímica neurosináptica cerebral responde a la percepción, al reposo y reflexión, a la distracción y al repaso y aprende. Las palabras teóricas, bla bla bla, fluyen a gran velocidad y el estudiante las ve pasar. Casi no percibe, no reposa, ya que enseguida tiene otra clase, no reflexiona, no tiene tiempo con trabajo y memorización constantes, y no repasa porqué ya no pasó. Es imposible que aprenda. el cerebro no funciona así. Y gracias que algún maestro antisistema y algunos alumnos que se apasionan por conocer dan algún brillo, que sino :oP

    ResponderEliminar
  9. Está claro que hay que cambiar el sistema actual, menos mal que sigue habiendo grandísimos profesores, que de verdad nos enseñan lo que es enseñar, valga la redundancia.

    Salu2 y unas birras frescas

    ResponderEliminar
  10. Por eso, de vez en cuando es bueno leer libros de pedagogia o psicologia educativa...

    ResponderEliminar
  11. Se nota que no conocéis la formación profesional que se imparte en los institutos de enseñanza media de España.

    Es justo lo que estabais buscando, y solo en dos cursos!

    ResponderEliminar
  12. Un poco a destiempo, pero creo que una buena recomendación como libro de texto de Física para secundaria y bachillerato es "Física en perspectiva" de Eugene Hetch (ISBN 978-0-201-64015-1) pues tiene un enfoque totalmente Feynmaniano de la enseñanza de la Física.

    Por cierto, llegué aquí por divulgame.net y soy el anónimo de http://sentadoenlatrebede.blogspot.com/2010/05/la-increible-historia-de-lillian.html?showComment=1304846090212#c3663028313464250165

    ResponderEliminar
  13. Me lo apunto para echarlo un vistazo. ¡¡Gracias RDI!!

    ResponderEliminar

El tema está servido. ¿Ayudas a completarlo con tu punto de vista? por favor, intenta no responder como anónimo, será más fácil para los demás hacer referencia a lo que añadas. Gracias